ESTANISLAU ARNALOT CASANOVAS
De una laboriosa y muy cristiana familia con 13 hijos, nació en Cardona (Barcelona) el 19 de mayo de 1918. Su padre era descendiente de la prestigiosa y señorial casa «El Tort» de Alós d’Isil (Lleida) .
Después de los estudios primarios en la escuela nacional empezó a trabajar enseguida como enfardador de tejidos.
De carácter muy vivo y enérgico, pero muy dócil también, sentía gran afición por la música, llegando a tocar muy aceptablemente el violín, instrumento que aprendió en sus ratos libres.
Pertenecía a la Federació de Joves Cristians, «Els Fejocistes», y estaba encuadrado en el Requeté que contaba con numerosos adeptos en aquella comarca.
El 18 de julio se unió al Alzamiento Nacional con sus compañeros de Navàs, donde moraba, entablando una fuerte lucha con los elementos rojos de la población.
Fracasado éste en Catalunya, tuvo que esconderse, procurando aprovechar la primera ocasión que tuvo para pasar a Francia, y presentándose a la España Nacional, se alistó como voluntario en el Tercio de Ntra. Sra. de Montserrat.
En Codo defendía durante el asedio el parapeto llamado «el Tambor» a las órdenes del alférez Alós.
Antoni Conill, superviviente de la batalla vivida desde el «Puesto de Mando» por su calidad de Practicante nos deja en su «diario» el siguiente relato:
«Hacia las once de la noche del día 24 se oyen desde comandancia unas fuertes explosiones en dirección al «Molino»; se percibe claramente que las explosiones corresponden a bombas de mano; el resplandor de las mismas se ve desde la calle; suenan algunos disparos y se restablece el silencio. Unos a otros nos miramos preguntándonos por la tragedia ocurrida.
Al poco tiempo aparece en comandancia Estanislau Arnalot, un adolescente de diecisiete años con el pecho atravesado por un balazo, del que por lo visto no se preocupa lo más mínimo, preguntando por el teniente Roca.
«Mi teniente –dice– la posición «El Molino» ha caído en poder de los rojos; el sargento Mir me manda informarle que solo le quedan cuatro hombres de esta posición, los cuales se hallan en los pajares y carecen de bombas de mano, disponiendo asimismo de poquísimos cartuchos».
El teniente ordena a Plá que saque las pocas municiones que quedan, coja unos cuantos cargadores y que distribuya cinco bombas de mano entre nosotros, disponiendo que nos reunamos con el sargento Mir y que no volvamos hasta que la posición del «Molino» esté de nuevo en nuestro poder, diciéndonos que esta posición es de capital importancia para continuar la resistencia del pueblo, agregando: «¡Ánimo, todos! Cuando hayáis ocupado la posición mandad un enlace y enviaré hombres que os releven pues vosotros sois necesarios por si en el curso de la noche ocurre algo parecido».
Manda enseguida a Arnalot al hospital al ver que éste se había sentado y empezaba a palidecer por la hemorragia que sufre.
De la boca de Arnalot sale un hilo de sangre que el herido trata de taponar con el pañuelo».
Y Estanislau Arnalot, impotente al poco rato de mantenerse en pie queda en el hospital con sus dos graves heridas de bala en el muslo y en el pulmón derecho, a las que su ilusionada juventud había pretendido en principio no dar importancia.
Y en el hospital, atenazado por la fiebre de las heridas, se quedó hasta ser rematado por los milicianos rojos cuando, vencida la resistencia heroica de los requetés, entraron como triunfadores en aquellas ruinas de tierras y adobe que eran todo lo que quedaban del pueblo de Codo.
Meses después, su cuñado Marcel·lí Monell Massafrets ingresaría en el Tercio de Montserrat para cubrir su baja, y para no ser menos, moriría también, como buen requeté, en la batalla del Ebro.
[Publicado en Nonell Brú, Salvador, Así eran nuestros muertos, Casulleras (Barcelona 1965)]
